Desde un ataque contra estudiantes del Colegio de Maestros Rurales de Ayotzinapa en 2014 que causó seis muertes y la desaparición forzada de 43 de ellos, las familias de los estudiantes han estado viviendo en el limbo con sus preguntas sin respuesta; su lucha encarna el costo psicológico y emocional de la violencia endémica de la sociedad mexicana.
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